La Musicoterapia es una disciplina que utiliza las “experiencias musicales” y el vínculo que se genera a través de la música como recurso para generar cambios en las personas y así favorecer sus potencialidades y mejorar su calidad de vida. Los hallazgos de investigaciones avaladas por The Cochrane Collaboration (“Musicoterapia para el trastorno de espectro autista”) indican que la Musicoterapia puede ayudar a los niños con Trastorno Generalizado del Desarrollo a mejorar sus habilidades comunicativas.
Según la Federación Mundial de Musicoterapia, la Musicoterapia es “el uso de la música y/o de los elementos musicales, por un musicoterapeuta calificado, con un paciente o grupo de
pacientes, para facilitar y promover la comunicación, la interrelación, el aprendizaje, la movilización, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, con el objeto de
atender necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. La musicoterapia apunta a desarrollar potenciales y/o a restablecer funciones del individuo para que éste pueda
emprender una mejor integración intrapersonal o interpersonal, y en consecuencia alcanzar una mejor calidad de vida, a través de la prevención, la rehabilitación o el tratamiento”.
La Musicoterapia es una disciplina de la salud que cuenta con múltiples metodologías, técnicas e intervenciones posibles de ser utilizadas en los diferentes niveles de atención de la salud y para
aportar a los equipos interdisciplinarios una mirada basada en un recurso comunicacional diferente: el de las experiencias musicales.
En este caso, nos detendremos a analizar algunos aspectos del trabajo del musicoterapeuta con personas con diagnóstico de “Trastorno Generalizado del Desarrollo” (TGD).
A pesar de la gran cantidad de investigación acerca del autismo, siguen existiendo grandes debates en relación a su clasificación y sintomatología. Por ese motivo, se emplea la denominación
“Trastornos Generalizados del Desarrollo”, que incluye el Trastorno autista, Trastorno de Rett, Trastorno desintegrativo infantil, Trastorno de Asperger y TGD no especificado, para referirse a un
amplio conjunto de trastornos que comparten los mismos síntomas básicos propios del autismo, caracterizados por retrasos y alteraciones cualitativas en el desarrollo de las áreas sociales,
cognitivas y de comunicación, así como un repertorio de conductas, intereses y actividades repetitivas, estereotipadas y restrictivas. También se utiliza la denominación “Trastornos del espectro
autista” (T.E.A.) para referirse a este conjunto de trastornos que comparte una sintomatología nuclear común.
El ejemplo será de Nano, paciente de 15 años c/ diagnóstico inicial de Autismo. Ingresado en un hogar desde los 3 años, abandonado por su padre al nacer y por su madre desde los 5 años.
El abordaje se realiza de manera inter y transdisciplinaria (base de cualquier buen tratamiento).
Desde musicoterapia, nos ocupamos en un primer momento de desarrollar un vínculo a partir de acompañarlo en sus movimientos de rocking, sin inclusión de la mirada y sin palabras, solo con melodías vocales. En una segunda instancia se comenzó a nombrarlo y aumentar el contacto corporal. Se le suma la imitación y juegos sonoros con las producciones realizadas por él; para darle paso a la significación de las mismas: “mbe..”un beso. Nano me da un beso...Hola Nano como te va?..nos besamos...A través del juego dual, en una ocasión no lo beso (como era la rutina), entonces el gira la cabeza y por primera vez incluye la mirada. Invitación a comunicación.
Se comienza a poner distancia, necesaria para la aparición de la comunicación verbal y a utilizar esta invitación.
Con Nano, por ejemplo, no se utilizaron instrumentos, ya que ellos le servían para volver a aislarse, si se utilizó música, que lograba organizarlo y mantener esa rutina necesaria en el comienzo.
Paulatinamente, la música fue dando paso a la palabra que anticipaba la tarea a realizar. Nano fue relacionándose con Otros (en un comienzo utilizándolos como objetos y luego creando un vínculo),
se incrementó el vocabulario, durante años solo de objetos: papa (comida), coca (coca cola), aba (agua), luego los estados de ánimo
(a través de sonidos), para luego de 10 años, nombrar a una de sus maestras. Y así, fue modificando su accionar.
Nano en este momento comparte un grupo de trabajo. Manifiesta preferencias y rechazos, disfruta de las actividades grupales e individuales, come solo, acepta ayuda, mantiene tiempos de espera,
juega solo...juega con otros...
Nano tiene 15 años, tiene autismo, tiene compañeros, gusta de la música, Nano es una persona única, le gustan los perros...Con Nano, desde musicoterapia se han logrado muchos de los objetivos
propuestos, van 12 años de tratamiento y Nano...siempre da más...
El autismo es la sombra que deja en el desarrollo una dificultad o imposibilidad para constituir ciertas funciones psicológicas cuyo momento crítico se extiende entre el año y medio y los 5-6 años” ( Rivière, 1997)
Aunque el síndrome del autismo fue descrito por primera vez hace ya más de 50 años por Leo Kanner (1896-1981), un psiquiatra austríaco de origen judío , aún en nuestros días, sigue habiendo un alto grado de debate tanto en el ámbito clínico como en el de la investigación, sobre su clasificación y las condiciones psicopatológicas que podrían ser similares.
La expresión "Trastornos Generalizados del Desarrollo" (TGD), que incluye el Autismo clásico, el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett, el Trastorno Desintegrativo y el Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado, se ha utilizado para referir este amplio conjunto de alteraciones neuroevolutivas que comparten los mismos síntomas básicos propios del autismo (APA, 1994), aunque con diferente intensidad.
Por tanto, de modo general, usaremos la expresión autismo para referirnos al conjunto de alteraciones que caracterizan y están presentes en todos los trastornos del espectro autista. Asumimos, además, que dado que todos los trastornos del espectro comparten los mismos síntomas, es posible que compartan el mismo tipo de alteraciones neuropsicológicas, es decir, las mismas bases neuro-estructurales, funcionales y cognitivas. Esta idea de alteraciones comunes a las distintas manifestaciones del espectro subyace en la mayor parte de los estudios recientes, que tratan de identificar las estructuras cerebrales afectadas, así como los fundamentos neuropsicológicos y cognitivos del autismo.
Primeros síntomas del autismo y de los trastornos del espectro autista que tienen lugar antes de los 36 meses de edad:
- Alteraciones en el desarrollo de la comunicación y de la interacción social
- Deficiencias y adquisiciones en habilidades comunicativas sociales
- Dificultad clara para desarrollar habilidades de referencia conjunta ( uso del contacto ocular, expresiones emocionales, gestos preverbales con función comunicativa)
- Déficits en cuanto a “teoría de la mente”, es decir en los procesos cognitivos que se ocupan de atribuir estados mentales a los demás, como creencias, intenciones o deseos.
- Ausencia o escasez de actos de mirada para compartir experiencias con otros
- Dificultades en expresión y comprensión de emociones
- Conductas visuales y auditivas atípicas
- Fracaso en acciones de atención conjunta (no señalar hacia objetos o sucesos, no seguir los gestos de señalar que hacen otros, no alternar la mirada entre un objeto y otra persona)
- Graves limitaciones en actos de referencia social en los que se busca información emocional en el otro para saber cómo sentirse y comportarse ante situaciones de incertidumbre
- Deficiencias en habilidades de imitación motora (dificultades para imitar expresiones faciales y acciones con objetos tanto familiares o muy simples, como nuevas o complejas)
-Repertorio limitado y repetitivo de conductas de juego funcional y simbólico
- Graves dificultades no solo en referencia conjunta, sino también en la relación entre deficiencias en referencia conjunta y dificultades lingüísticas posteriores.
- Conductas problemáticas ( agresivas, autoagresivas o de destrucción de objetos),en gral. suceden para protestar por cambios en rutinas habituales o para obtener atención de personas importantes para el niño.
Acerca de la adquisición del lenguaje en el Autismo
Así, las deficiencias tempranas en referencia conjunta se convierten en uno de los indicadores más poderosos para el diagnóstico precoz del autismo y constituyen un importante indicador para el pronóstico a corto y largo plazo respecto al desarrollo cognitivo, el social y del lenguaje, y empiezan a ser consideradas por algunos autores un elemento importante para comprender las estructuras y procesos neurológicos que podrían estar afectados en este grupo de trastornos.
Puesto que los niños con autismo muestran graves deficiencias en el desarrollo de la interacción social en edades tempranas y sus medios para lograr una referencia conjunta son muy limitados, su necesidad de progresar en un sistema de comunicación que sirve a este propósito, como es el lenguaje, será también escasa, ya que será muy difícil para ellos comprender tal necesidad de aprender a hablar.
Las ecolalias (repetición literal del lenguaje de otros, bien inmediatamente o bien tiempo después de haber escuchado la palabra o frase que se repite), constituyen una forma peculiar de aprender a hablar que usan los niños con autismo y pueden servir a una amplia variedad de funciones comunicativas (por ejemplo pedir, protestar, aceptar, declarar, llamar, autorregular la conducta propia, o memorizar), por lo que no han de considerarse formas inadecuadas o simples disfunciones del lenguaje que es mejor ignorar. Por el contrario han de considerarse en relación a su función en las interacciones comunicativas y sociales del niño y un camino alternativo que usan los niños con autismo para desarrollar la función simbólica y el lenguaje.
¿En que consiste? y ¿Cómo puede ayudar e intervenir la Musicoterapia?
"La música ordena el caos, pues el ritmo impone unanimidad en la divergencia, la melodía impone continuidad en la fragmentación, y la armonía impone compatibilidad en la incongruencia". Yehudi Menuhin
Un profesional especialista en autismo puede sugerir diversos tratamientos factibles de promover efectos significativos a nivel físico, conductual y emocional. Uno de esos posibles tratamientos esta relacionado con el uso de la música y el sonido con fines terapéuticos.
La musicoterapia, es una disciplina del área de la salud, que utilizada de manera dosificada, facilita cambios positivos y significativos en el comportamiento humano. Cimentada sobre experiencias musicales diversas, utiliza como herramientas específicas los instrumentos musicales u otros elementos y objetos que facilitan y promueven la apertura de canales de comunicación. Cada sesión es cuidadosamente planeada, llevada a cabo y evaluada para cubrir las necesidades propias y específicas de cada niño, ya que lo que resulta útil y curativo para un paciente puede no serlo para otro.
A los fines de encarar un tratamiento con éste tipo de pacientes, es importante saber que la musicoterapia dinamiza no solamente en lo puramente somático, motriz, sensorial, sino también, y lo que es más importante, en un amplísimo campo psíquico, cognitivo y comprensivo (percepciones, emociones, afectos, consciencia). Además relaja en el estrés, la ansiedad, la angustia de base existente en este tipo de patologías. Esta relajación predispone a la concentración, a la toma de contacto con la realidad exterior, a la autodefinición, a la comunicación. Facilita la sociabilidad y el acercamiento con otros individuos.
En lo que concierne a trabajos de investigación en autismo, ciertos estudios han demostrado que la musicoterapia tiene una influencia positiva al ser utilizada en estos individuos. Las experiencias amenazadoras del entorno, vivenciadas en muchos de los casos de niños con autismo, son factibles de ser trabajadas en el marco de una sesión de musicoterapia.
Recursos que la musicoterapia ofrece en esta población:
El ritmo “ordenador”
El autista es arrítmico por naturaleza. El hecho de aplicar el aspecto rítmico de la música a la psicología autista se basa en el principio lógico de rehabilitación: “Tratamos de compensar a la persona con aquellos desarrollos de los que carece”. Mediante la insistencia y el aprendizaje del ritmo binario respiratorio, del ritmo ocular en el parpadeo, del ritmo en la danza ( baile tomado y conducido por el terapeuta), del ritmo de dos tiempos al caminar desplazando los pies, del ritmo coordinado binario al subir y bajar alternativamente un brazo y otro brazo, una pierna y otra pierna... conseguiremos un comportamiento somático equilibrado. El autista se va centrando en una actividad dinámico – motora que le divierte y, sin darse cuenta le llevará progresivamente a una conciencia de ser actor voluntario.
El terapeuta percute rítmicamente en el cuerpo del autista. Ejecuta movimientos pausados sincronizados utilizando “tempus” y “ostinatos” con cadencias de velocidad en la acción. El autista se siente arropado, protegido, tocado. Experimenta sensaciones visibles de bienestar, estimulantes y relajantes, y va archivando comportamientos rítmicos naturales. Los niveles perceptivo –cognitivos se van ensanchando palpablemente, al igual que el aprendizaje de su esquema corporal.
La voz
Es notorio y experimentado que al autista le agrada la voz más que ninguna otra forma o presentación del sonido. De las cualidades del sonido, el timbre juega el papel terapéutico más importante. El timbre de su propia voz es el instrumento más cercano y terapéutico de los que dispone el terapeuta musical.
La utilización de la voz como elemento dinámico y relajatorio supone una forma de contacto directa y cálida con el autista. La capacidad por parte del terapeuta de saber proyectarla, modularla y regularla, es un elemento clave para los logros que se pretenden. Las alteraciones, intensidades, guturalidades, chasquidos, quejidos, gorgoritos, risas, llantos... que puede emitir el instrumento voz, abarca el cúmulo de posibilidades rítmicas y las cualidades de altura tonal, intensidad, duración y timbre. El autista valora la voz, la palabra, precisamente aquello de lo que él (en muchos casos) carece, víctima de su hermetismo del habla.
Las alturas tonales, junto a la intensidad (otra cualidades del sonido), sitúan al individuo autista en el límite de la frontera entre la ansiedad, el nerviosismo, la angustia... y la placidez, serenidad y recogimiento.
El juego
Durante la terapia musical debe reservarse un tiempo para el juego, éste puede incluir:
a) Canciones específicas y personales con el nombre del niño y su entorno afectivo familiar,
b) Una improvisación ordenada y dirigida tanto por parte del terapeuta como del/los individuos que acuden a la sesión,
c) El relato de cuentos y su escenificación.
También puede planificarse una experimentación tímbrica sonora (mediante órgano – piano), donde la persona conecte con el teclado a la vez que el terapeuta va cambiando registros y timbres instrumentales. En algunos casos, este contacto le sirve al niño también como ejercicio psicomotriz de digitalización.
La relajación
En las relajaciones (manipuladas, libres, individuales, grupales), el autista se acomoda corporalmente al sonido concordante con su ISO ( identidad sonora). Al principio es necesario estar a su lado, hablarle, susurrarle, combinar estructuras motoras con movimientos y ritmos que están sonando.
Si es así llegaremos a una situación asumida por la experiencia diaria, en la que el autista relaciona el momento, la música, la situación, con el tiempo de sedación, y asumirá la posición horizontal en la colchoneta simplemente con escuchar “y ahora es la hora de relajarnos”.
Efectos resultantes de su aplicación sistemática
- Incentiva el desarrollo socioemocional: En los primeros pasos de unas relación, los niños autistas tienden a ignorar o rechazar físicamente los intentos de contacto social ofrecidos por aquellas personas del entorno inmediato. La musicoterapia ayuda a abordar esta conducta patológica ofreciendo una primera relación objetal con un instrumento musical. Lejos de percibir el instrumento musical como “amenazador”, muchos niños autistas se sienten usualmente atraídos por la forma, sonido y percepción del mismo oficiando muchas veces de “objeto intermediario”, permitiendo que la vivencia amenazante que percibe el niño autista de un adulto desconocido (el terapeuta), pueda ser “canalizada o mediatizada” a través de los mismos.
- Promueve aspectos verbales y no verbales de la comunicación: Cuando se tata de enriquecer aspectos comunicacionales, la musicoterapia tiende a incrementar la vocalización y el lenguaje, y a estimular procesos mentales como la comprensión, la conceptualización y las capacidades simbólicas.
El musicoterapeuta intentará, a través de sus múltiples estrategias, establecer una relación comunicativa entre la conducta del niño y la gama de sus propios recursos sonoros. Resulta interesante el hecho de que un niño autista tenga una mayor facilidad y apertura hacia la asimilación del elemento sonoro/musical más que a la de patrones verbales. Esta especial conexión con lo musical y sonoro que se observa en el autismo, encierra el potencial necesario para estimular aspectos comunicacionales.
- Facilita mediante ciertos instrumentos una toma de conciencia sobre el esquema corporal.
Otro recurso que la musicoterapia ofrece en aspectos de comunicación consiste en incluir instrumentos de viento en el tratamiento. En muchos casos,el uso de la flauta puede incrementar la autopercepción sobre zonas como la boca, los labios, los dientes y la lengua, permitiendo una gradual toma de conciencia sobre los mecanismos que producen el habla y los órganos implicados en los mismos.
Otros aspectos que la musicoterapia facilita:
- Aprendizaje de pautas y destrezas a nivel social
- Estimula la comprensión de diversos aspectos del lenguaje
- Incentiva el deseo de comunicación
- Ofrece un espacio para la autoexpresión
- Reduce considerablemente aquellas conductas estereotipadas, no comunicativas
- Contribuye a disminuir la aparición de aspectos ecolálicos del lenguaje
El marco contenedor que ofrece una sesión de Musicoterapia a un individuo autista, promueve la libertad de que el niño aprenda a moverse y actuar de maneras específicas que facilitan el autodescubrimiento y la autoexpresión. El hecho de hacer ruido, golpear y sacudir instrumentos, gritar y explorar, generan ese plus de placer indispensable para la satisfacción emocional. Sin embargo siempre hay que tener en cuenta, más allá de los múltiples efectos positivos que nuestra disciplina ejerza sobre los individuos autistas, que el tratamiento debe ser facilitado por un musicoterapeuta calificado y entrenado en la temática.
Bibliografía consultada:
Evans, Rachel: “The Benefits of Music Therapy for Autism” http://EzineArticles.com/ Aureli, Joan: “Musicoterapia y autismo” Rincón del vago, pag web
El 21 de marzo es el Día Mundial de la Persona con Síndrome de Down. Se trata de una fecha que, en los últimos años, tomó una notable importancia. Y se constituyó, así, en un acontecimiento privilegiado para que buena parte de la sociedad conozca a través de los medios cómo desean vivir las personas con síndrome de Down.
La fecha 21/3 fue establecida por la ONU en 2011 en referencia a la “trisomía 21″ que tienen las personas con síndrome de Down, es decir, el hecho de tener tres cromosomas en el par 21 que la mayoría de las personas tenemos. “Con esta celebración, la Asamblea General quiere aumentar la conciencia pública sobre la cuestión y recordar la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con discapacidad intelectual como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades. También quiere resaltar la importancia de su autonomía e independencia individual, en particular la libertad de tomar sus propias decisiones.”
Pero, en rigor, ya venían haciéndose en esa jornada diferentes acciones desde 2006 por iniciativa de la Down Syndrome International. Y siempre con la proclamación del “Día Mundial del Síndrome de Down”.
Es evidente que en la definición del acontecimiento, que tiene un claro contenido médico por sobre el antropológico, pesó la idea original que tuvo un genetista que realizó investigaciones para conocer cómo mejorar la calidad de vida de las pacientes con síndrome de Down. Pero que, de manera involuntaria, omitió poner el énfasis en la “persona” por sobre la discapacidad.
Por eso es realmente muy interesante cómo en la Argentina, donde hay un número importante de asociaciones de padres, se hicieron –y hacen- enormes esfuerzos para que en la difusión se presente a la fecha como el Día Mundial de la “Persona” con Síndrome de Down. Y se trata de un fenómeno particular, porque en muchos de los países conocidos “avanzados” se realizan campañas masivas desde la perspectiva biomédica.
Por eso en esta fecha, ASDRA pone a la persona con síndrome de Down en el centro para que hable por sí misma sobre su pleno derecho a vivir en la sociedad con igualdad de oportunidades. Y en concreto en relación a nacer, tener una familia, ir a una escuela junto a todos los chicos, trabajar con un salario digno, decidir cómo vivir y ser independiente.
La manera en que hablamos construye escenarios, que condicionan las relaciones que entablamos con quienes compartimos la vida. Difundamos, con fuerza, nuestro mensaje esperanzador y realista. Pero bien: “Día Mundial de la Persona con Síndrome de Down”.
Tener un hijo con una discapacidad implica muchos aprendizajes. La universidad de la vida no para de agregar nuevas materias todos los días. Implica tener que juntar fuerzas de donde no la hay para salir adelante. Requiere de valor, coraje, energía y paciencia, mucha paciencia. No solo dentro de la casa sino también fuera de ella. Porque si hay algo que resulta ser más invalidante que la discapacidad en si misma es la mirada con lastima o la ignorancia de aquel que no sabe o no quiere acercarse y ni siquiera se atreve a preguntar. Cómo un diagnóstico puede estigmatizar a las personas que tienen lo mismo pero son tan distintas entre si. Cada uno tiene gustos, preferencias, deseos y posibilidades y esto nunca es lo mismo entre dos personas más allá de lo que tengan. Un día un papá me dijo “tener un hijo con discapacidad es como un dolor de muelas. Te duele a vos solo, bien profundo y por más que te abracen ese dolor no se va. Pero sabes una cosa, después te acostumbras y solo lo sentís cada tanto”. Nadie tiene una receta de cómo hacer cuando su hijo tiene autismo, parálisis cerebral o algún síndrome. Nadie, inclusive los profesionales que los tratan. Unos atienden sus urgencias mientras que otros se ocupan de las cosas importantes. Y realmente son pocos los que nos abren los ojos y nos permiten darnos cuenta de que si nosotros los padres no estamos enteros, nuestros hijos no tendrán una referencia de donde agarrarse. Una vez que nos acercamos al diagnóstico real, no al que nos imaginamos y creemos que va a desaparecer, sino aquel que nos pega duro, surgen muchas dudas y salimos a buscar enseguida soluciones mágicas, descreemos y desconfiamos, buscamos en internet y nos convertimos en pseudopediatras, pseudoneurólogos o pseudopsiquiatras y en este afán de realizar estudios clínicos y controles nos olvidamos de los más importante que es de ser padres. Por lo general son las madres quienes pasan mayor parte del tiempo con sus hijos especiales, y por lo tanto son quienes tienen mayor información y manejo sobre ellos. Por lo que deberemos brindar actividades mediante las cuales ellas recuperen de a poco la confianza en si mismas, ya que por lo general nunca se equivocan y el olfato instintivo materno las lleva a percibir cosas que nosotros no podríamos, para que ese instinto no desaparezca. Recuerdo a una mamá que un día cuando su hija se estaba retorciendo de una manera diferente a la que ella estaba acostumbrada, cuando la llevo al hospital la internaron y esa misma noche la operaron de apendicitis. Esta situación es muy difícil de ver para un terapeuta, ya que lo más probable es que uno piense que paso la noche mal o que tiene un mal día. Los padres conocen a sus hijos mejor que nadie, son los padres, son quienes los alzan, quienes los acarician, quienes los aman, los besan, los sienten, hasta diría que algunos sienten por ellos, y así el niñito va creciendo, a pesar de su dificultad ellos son los que hacen que el niño siempre tenga una sonrisa en la cara. ¿Qué es la discapacidad? Es una alteración funcional permanente, transitoria o prolongada, que puede ser física, sensorial o mental, y que en relación a la edad y al medio social implica desventajas considerables para su adecuada integración familiar, social o laboral. También se habla de capacidades diferentes.